ENCERRADOS CON UN SOLO JUGUETE (o un poco de fiesta en Intxaurrondo)
Los dioses del fútbol estaban terminando su Liga diferente, los ángeles de la Verdad Absoluta negociaban en Bruselas, y uno de los rufianes que había desafiado cualquier confinamiento con su carnet de “sector esencial”, regresó un par de horas después al lugar del recalcitrante crimen para inmortalizar con un vaso de cerveza a su mejor maestro, Juanito Marsé…..Ese que le enseñó a caligrafiar cuadernos de clubs de putas y rabos de lagartijas, tipos con medio siglo de calle y noviembres de noche. Fué la última dedicatoria, Javi barriendo, los chicos recogiendo las sillas, y todavía se olfateaba el perfume de un pop del Bidasoa que había enervado a muchos de sus amigos, símbolos de dos generaciones opuestas y a la vez convergentes.
Marsé, a sus 87, estaba tan lejos y tan cerca de “ParaQueEngañarnos”, que nunca los hubiera puesto de banda sonora, aunque les hubiera dedicado una parcela de capítulos en su Muchacha de las Bragas de Oro, al modo beatnik. Rompieron el silencio con un ingenuo acercamiento del Hurricane dylaniano, ese que hablaba de Europa- asi recuerda el cronista la semblanza de otra catalana, presente en la velada-,
de siempre, entre el pop, el rock, el ska o el texmex, dedicando baladas a algún muerto (Rafa Berrio) o demasiados presentes. Sus juguetes melódicos habían vivido en un local de ensayo durante bastantes martes, pero los rabos de lagartija estaban en las mejores manos
2020ko uztailaren 19an
Jkar Landau