sábado, 8 de junio de 2019

Concierto CRIPTA BAR (Donostia)

ACUARELAS FRENTE A PERGAMINOS



(en La Cripta, con La Vieja Escuela/Para qué Engañarnos/Gregorio Galvez/Ricardo Aldanondo)


La simbologia certifica que viviremos miles de siglos con diferentes vestuarios, que habrá permutaciones de forma, también de idiomas, pero que llegaremos a estar en el mismo verbo, aunque los predicados nos sigan diciendo lo contrario. El critico de artes marciales, y también de pinturas rupestres (el que se acodaba al final de la barra con una libreta, una copa de vodka y unos pétalos de rosa) se mostró inquieto cuando llegó a La Cripta y descubrió que incluso los viejos motores tienen recambio. Las paredes se traslucían cuando Juanjo y su Vieja Escuela arrastraban a la memoria con sus cadencias programadas de “Siberia”, el critico seguía escribiendo entre los aplausos de la gente que se incomodaba en un aforo rebosante. Unos se dejaron los sueños en el WC y los demás intentaron ponerse a jugar con sus frases simbólicas. Al critico -sumelier de licores- le indagaron las graves consignas de una banda peligrosa ante el óleo como “Para Que Engañarnos”. Y cuando se burlaron de su repertorio.


Ante dos centenares de gentes, aquellos dos espejos avejentados por la humedad, Galvez y Aldanondo, como si fueran dos detectives de una novela de negra de Mitxel Ezkiaga, lanzaron a la pista los ineluctables nervios de una generación que estaba viviendo tardes de San Bartolome, noches de Cuesta del Culo, madrugadas de Ku, claro, simbólicamente, como las pocas palabras que viajan de un local de ensayo ochentero  a una caja fuerte del siglo 21. Al critico le sobran los pétalos de rosa (porque no ha follado) y los Djs, dejectives, demuestran que eran los favoritos de la velada. Como cuando las acuarelas se enfrentan a los pergaminos.

Jkar Landa

ekainaren7an









viernes, 7 de junio de 2019

Concierto ALBOKA (Donostia) Homenaje Manel

MANEL, que era de Los Nuestros




Sentado frente a esa muralla de San Bartolome que ahora quiere ser el Muro Ciudadano de la Burguesia, pensaba que una calle tan maleducada con el comercio como Easo, no podía permitir un paseo tan fluido. Y sin embargo, trasegaban parejas en dirección a la playa, hombres oscuros llegados de la fábrica, particulares demonios que dominaban las contraguardias, los hornabeques y revellines de las murallas, y también los enemigos de los miércoles. En el foso distendido de aquesta batalla encontraron lugar de tiempo y espacio, unos personajes que regresaban del planeta Manel. Serios e indeterminados, invisiblemente orgullosos, empezaron a brindar cuando Kami daba la alternativa al violín de su sobrina Eider,  una sombra musical que emocionaba como si aquel Alboka (al que todavía no se le había escapado el humo de los años 80 del siglo pasado) fuera un Auditorio, y el mensaje de nuestro Maestro de Ceremonias vibrara al son de dos canciones de cuño y letra, más la versión inevitable.

Sentado entre las maderas que dieron vicio a aquellos charlatanes inmaduros de los años de la movida donostiarra, que son los mismos que ahora exhiben tortillas de patatas, fuentes de chorizo y salchichón, vasos rebosantes y botellas con dedicatorias al ruido, escuchaba las nuevas canciones de Enrique Mingo, envidiando sus rimas, comprobando que los públicos de los conciertos son igual que los electores, cualquier día no es el peor para dejarse enamorar. Y sin embargo, se aplaudieron aquellos estrenos, como el interludio poético de un colega de Manel, protagonista ausente,.
Sentada la luna frente al bar Alboka, donde los silencios los ejercía un caradura vestido de negro, se brindaban las nostalgias, las miradas clandestinas de un homenaje que podía haber terminado con Manel en el escenario . Porqué no?. Todas las vidas tienen su muerto, Para Que Engañarnos!!!.

Hicimos lo que queríamos hacer, devolver favores a Uno de los Nuestros. Y los que amurallaron la ciudad no podían pensar que estábamos esperando un poco de ruido musical para defendernos. Eskerrik asko Manel, por habernos dejado estar para escaparte.

Jkar Landa
2019ko maiatzaren 8an