ACUARELAS FRENTE A PERGAMINOS
(en La Cripta, con La Vieja Escuela/Para qué Engañarnos/Gregorio Galvez/Ricardo Aldanondo)
La simbologia certifica que viviremos miles de siglos con diferentes vestuarios, que habrá permutaciones de forma, también de idiomas, pero que llegaremos a estar en el mismo verbo, aunque los predicados nos sigan diciendo lo contrario. El critico de artes marciales, y también de pinturas rupestres (el que se acodaba al final de la barra con una libreta, una copa de vodka y unos pétalos de rosa) se mostró inquieto cuando llegó a La Cripta y descubrió que incluso los viejos motores tienen recambio. Las paredes se traslucían cuando Juanjo y su Vieja Escuela arrastraban a la memoria con sus cadencias programadas de “Siberia”, el critico seguía escribiendo entre los aplausos de la gente que se incomodaba en un aforo rebosante. Unos se dejaron los sueños en el WC y los demás intentaron ponerse a jugar con sus frases simbólicas. Al critico -sumelier de licores- le indagaron las graves consignas de una banda peligrosa ante el óleo como “Para Que Engañarnos”. Y cuando se burlaron de su repertorio.
Ante dos centenares de gentes, aquellos dos espejos avejentados por la humedad, Galvez y Aldanondo, como si fueran dos detectives de una novela de negra de Mitxel Ezkiaga, lanzaron a la pista los ineluctables nervios de una generación que estaba viviendo tardes de San Bartolome, noches de Cuesta del Culo, madrugadas de Ku, claro, simbólicamente, como las pocas palabras que viajan de un local de ensayo ochentero a una caja fuerte del siglo 21. Al critico le sobran los pétalos de rosa (porque no ha follado) y los Djs, dejectives, demuestran que eran los favoritos de la velada. Como cuando las acuarelas se enfrentan a los pergaminos.
Jkar Landa
ekainaren7an